Hacer caso a la sensibilidad cuando embriaga, aunque sea en forma de rabia o pena, es casi un cometido ineludible del poeta. Darle forma a esos sentimientos -en mi caso con letras- es casi una función vital para quienes así nos desahogamos, a través de la creación artística, que permite abrir canales en los que extender un sentimiento, descubrir quizás espejos en los que sentirse reflejados, ver que no se está solo en la pena. Este poema está dedicado al pueblo Sirio, cuya desgracia es la de todos y no debe dejarnos indiferentes.
Solidaridad con Siria.
A SIRIA
La lágrima que cuelga de la pestaña.
Precipicio abierto,
sangre derramada.
Jirones del alma
en secos pedazos
desparrramada.
Indiferentes balcones
a este lado de un velo de hierro:
observancia callada,
poemas muertos,
infancia ultrajada
y gritos en diferido.
Legiones huecas de esperanza
sobre huesos cabalgan.
Huyendo de su tierra dejan
vidas cercenadas,
puertas cerradas
y futuros a la espera.
¿Cómo pegar añicos de vidas rotas?
¿Dónde terminan los días de la paz muerta?
Alba Sánchez Serradilla
Hola Alba, me encanta leerte de nuevo, me encanta la poesía aunque ojala nunca tengas que escribir sobre mas desgracias, sobre mas injusticias, no porque desaparezca tu inspiración, sino por otro motivo más importante, que todo eso desaparezca de la faz de la tierra.
ResponderEliminarGracias por escribir.